La hormona FGF21 ha sido (y todavía lo es) una de las más brillantes esperanzas en la lucha contra la obesidad, ya que produce una activación de la grasa parda, lo que, a su vez, eleva el gasto de energía y supone un considerable adelgazamiento. Sin embargo, una vez más, se han encontrado preocupantes efectos secundarios, como la pérdida de masa ósea.
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