Lo que antes era una intervención no grave, pero sí relativamente invasiva e incómoda, se está convirtiendo en algo cada vez más sencillo e inocuo. Además, es eficaz (con él, pueden perderse hasta doce kilos en tres meses), pero hay que tener claro cuándo se puede utilizar y cuándo no, y lo que puede conseguirse y lo que no. El principal problema es que, por sí solo, no es eficaz a largo plazo.
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