Cada vez se acumulan más pruebas contra este tipo de bebidas. Además de las calorías que contienen, que no son pocas (una lata tiene en torno a 150 Kilocalorías), podrían hacer que los genes que predisponen a la obesidad se expresaran con más fuerza. Pero eso no es todo, ya que el consumo de estos refrescos predispone a tomar, junto a ellos, comidas más calóricas.
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