Con respecto a la influencia de la genética en la obesidad, hay dos tendencias extremas, y las dos son dañinas. Una dice que el obeso lo es porque es débil y no es capaz de controlarse, por lo que se hace recaer toda la culpa de su obesidad sobre él. La otra dice que la obesidad es consecuencia de la genética, por lo que no cabe más que aceptarlo y resignarse sin luchar. La realidad es que, en gran parte, es la genética lo que nos hace obesos, pero se puede (y se debe) luchar contra ella.
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