Ya pasó el tiempo en que se consideraba que la grasa abdominal no era más que una acúmulo de materia inerte cuyo único inconveniente era la estética. Ahora se sabe que, a diferencia de la subcutánea, es metabólicamente activa, libera sustancias perniciosas en el torrente sanguíneo y puede ser uno de los grandes enemigos de la salud: entre otros, puede ocasionar problemas circulatorios, hígado graso, diabetes tipo 2 y, en los hombres, hasta impotencia.
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